JAN KUBESA, DEFENSOR DEL PASO FINO COLOMBIANO EN EUROPA
Jan Kubesa es un ingeniero de comercio exterior nacido en la República Checa, que vivió en Colombia siete años (1986-1993). Su interés por conocer de cerca las diferentes culturas indígenas lo llevó a visitar San Agustín, donde varios caminos deben ser recorridos a caballo y, a pesar de no haber montado nunca, se entusiasmó con su hija de tres años a hacerlo. Recuerda que “los caballos, que fueron traídos por campesinos de la zona, no eran realmente atractivos. Eran pequeños y flacos, pero sus cualidades las iríamos conociendo poco a poco”.
Con el tiempo se aficionó a participar en Colombia en varias cabalgatas y de vuelta a la República Checa visitó algunos clubes equinos. Allí, su hija resumió las experiencias en una frase: “Papi, si vamos a continuar montando a caballo, búscate unos colombianos porque no seguiremos torturándonos con estos”.
De loco lo señalaron cuando le compró a un alemán a Bonachón del Rey, un caballo sin adiestrar de 5 años hijo de Dilema del 8 (Castellano) en Cañonera. Allí nació su enamoramiento por el caballo colombiano, que hoy exhibe en Europa, atrayendo continuamente más y más las miradas y motivando el interés para que adquieran nuestra raza.
Se vino a Colombia a tomar cursos de chalanería y adiestramiento en Antioquia y Cundinamarca, y regresó a su país con silla, aperos y sombrero abordo, para adiestrar a su caballo.
No olvida que los responsables de su adicción por el caballo de Paso Fino Colombiano fueron dos caballos que montó: El primero, Reflejo de la Estancia, hijo de Capuchino, y la segunda, Juguetona, una yegua en la que recuerda correr a máxima velocidad por montañas gritando “¡yupi!”, como un adolescente.
Al comienzo, en su país le decían que Bonachón era un pony, porque allá están acostumbrados a ver caballos de una alzada de 1.70 metros y más. Para ellos caminaba muy raro, pero les atraía.
Recuerda con gran alegría la primera exposición de caballos a la que llevó Bonachón cuando apenas llevaba tres meses adiestrándolo. En un coliseo repleto, fuerte sonido, público numeroso, unas condiciones en las que jamás había estado el caballo, pero aun así encantó al público, que lo detuvo continuamente en su recorrido para tomarle una foto y se ganó el mayor aplauso en una exhibición de más de 100 ejemplares de diferentes razas.
Se podría decir que ya es un criador, pues compró a Islera de Gavilán, a la que adiestró, y cruzándola con Bonachón hoy tiene a Reflejo de Quebrada Grande. A todos los tiene registrados en Colombia.
Estos son los inicios de una historia de amor que lo ha llevado a leer, investigar, divulgar a través de seminarios y videos, y a reflexionar sobre varios aspectos relacionados con el equino colombiano que hoy comparte con la Revista Fedequinas por medio del artículo sobre el Paso Fino Colombiano en Europa.